La familia de Hermano Montiel
tenía problemas financieras, las cuales motivó Hermano Montiel a viajar a los
Estados Unidos para ganar más dinero para su familia. Trabajaba en Santo Paula, California cuando
su familia en México conoció a los misioneros y fueron bautizados. Su familia empezó a mandarle cartas con sus
testimonios exhortándole a buscar la
iglesia SUD en los Estados Unidos. Hermano
Montiel quiso aprender más de esta iglesia a la cual asistían sus parientes,
pero no sabía como buscarla. Un día habló con algunos parientes allá en Santo
Paula, se llamaban Néstor y Lichi. Les
preguntó a ver que iglesia asistían y le contestaron que eran miembros de la
Iglesia de Jesucristo de Los Santos de Los Últimos Días. Le prometieron a recogerle el domingo para
llevarle a la iglesia, pero aunque estuvo listo ese Domingo, no llegaron a
llevarle. La próxima semana era la
conferencia de la estaca y Hermano Montiel les dijo que iba a llegar a su casa
para que esta semana fueran juntos a los servicios. Cuando llegó Hermano Montiel conoció al
Presidente de la estaca quien le saludó de manera muy amable y le ofreció su
ayuda de cualquier manera que quisiera, dándole su número de teléfono. Esta amistad que le dio tan libremente le
impresionó mucho a Hermano Montiel. Al
fin de esta reunión dos misioneras que apenas hablaron el español recogieron su
información y firmaron una charla para enseñarle más tarde de la semana. Cuando llegaron las misioneras a su casa
habían llevado otra misionera, quien se llamaba Hermana Thompson y habló muy
bien el español. Después que 15 días de
enseñanza le preguntaron a Hermano Montiel a ver si quiso bautizarse. Pocos días después se bautizó Hermano Montiel
en el 15 de Noviembre, 1984. Dice
Hermano Montiel que no tardaron los miembros en ordenarle ni al sacerdocio de
Aarón, ni el de Melquisedec y que no había pasado mucho tiempo cuando le llamó
a ser maestro de los hombres jóvenes.
Cuando los miembros aprendieron que no tuvo familia en los Estados
Unidos empezaron a invitarle a comer los domingos después de los servicios.
Alguna vez
Hermano Montiel fue a visitar algunos amigos en su barrio en California. Esta familia tenía un niño a punto de cumplir
8 años, y el espíritu habló a Hermano Montiel que preguntara al niño si iba a
bautizarse en otra iglesia. El niño
respondió que si quería bautizarse en la iglesia en que estaban sus
amigos. Además la familia apoyó la
decisión del niño aunque hermano Montiel les explicó que era importante que
abandonaran las tradiciones de su antigua iglesia y siguieran las nuevas
tradiciones de la iglesia Mormona. Cuando hermano Montiel supo que no le iban a
escuchar se sintió muy triste y preocupado para esta familia. Esa noche hermano Montiel arrodilló y rogó que
el Señor le enseñara como ayudar a la familia.
Soñó, esa noche, que él estaba preguntando al Presidente de la rama como
ayudar a la familia, y cuando se despertó se acordó que habría una reunión de
los líderes de la rama en la noche y planeó a asistir. Después de la reunión pidió un poco tiempo
del presidente de la rama y le contó todo acerca de este bautismo y la familia,
y el presidente le dijo que se iba a encargar y que hermano Montiel podía
desocuparse. Hermano Montiel confió en
el presidente y alegró de que todo saliera bien.
Cuando
volvió a México con su familia todavía no tenían mucho dinero ni transporte,
entonces cada domingo caminaban para asistir a la iglesia. Dijo Hermano Montiel que eran tiempos
difíciles, pero los superaron. También
dio su testimonio de que no importa cuales son nuestros desafíos, lo importante
es que nos mantenemos fieles al Señor.
Dijo que una sobra de dinero además que una falta de ello puede ser un
desafío, pero de todos modos Dios va a probar nuestra fe, y nos necesitamos
recordar que seguir el Señor es lo más importante. También dijo que es de suma importancia que
los miembros presten atención en las reuniones para saludar a los nuevos
visitantes porque si no les saludamos no se van a quedar.
Cuando
Hermano Montiel era obispo del barrio Españita le tocó dividir el barrio, la
cual, dijo, era difícil pero no tanto como ayudar a algunos miembros que
peleaban entre si. Eran vecinos y a
veces llegaban a golpearse. Pasaban esas
peleas cuando el Presidente de la estaca invitó a todos los obispos a acampar
en el bosque. Hermano Montiel fue a la
excursión y cuando llegaron todos los obispos les explicó el presidente que el
propósito de la excursión fue para que los obispos encontraran un lugar privado
y especial para orar y recibir cualquier revelación que necesitaron. Cuando Hno
Montiel encontró un lugar para orar, pidió consejo para el problema de los
miembros que estaban peleando. Dijo
Hermano Montiel que sintió el espíritu santo entrar su corazón y sintió
paz. Oyó una voz que le dijo que solo
Hermano Montiel era capaz de ayudar a esos miembros, y que se había llamado
como obispo por este propósito. Cuando
volvió a Irapuato habló con el padre de algunos de las familias que habían
peleado y le explicó que necesitaba pedir disculpas de la otra familia. El
hermano no le gustó la idea pero dijo que lo intentaría, y cuando regresó el
próximo domingo le dijo que el otro hermano se había disculpado. Hermano Montiel le dijo que además debía
buscar otra casa para alejarse de la otra familia en caso de que regresaran los
problemas. El hombre dijo que lo
intentaría y la próxima semana regresó el hermano y le dijo a Hermano Montiel
que tenía buenas y malas noticias. Las
buenas eran que ya encontró otra casa, pero las malas eran que estaba la casa
afuera del barrio y que le extrañaría por su ayuda. Se movió la familia y se cesaron los
problemas.
Se acuerda también de cuando la
iglesia buscó un edificio en Guanajuato porque cada casa de oración que tenía
los vecinos se quejaban hasta que mudara el lugar para los servicios. Un día vino una autoridad general y les
prometió a los miembros que si mantuvieran fieles encontrarían una casa para la
capilla. Unos meses después oyeron que
los dueños de baldío en que iban a construir una capilla tenían otra casa que
vendían y cuando la miraron era todo lo que habían sido buscando. Un hermano grabó un video de la casa, el cual
fue mostrado al presidente del área y dijo el presidente que necesitaban la
casa. El presidente, entonces, encargó
un hermano para comprar la casa para la iglesia a cualquier precio. Cuando oyó Hermano Montiel que habían
conseguido esta casa recordó lo que prometió la autoridad general y alegró
porque los miembros habían sido fieles al evangelio. Esta casa se queda algunos de los edificios
más bonitos que tiene la iglesia en México.
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