viernes, 20 de julio de 2012

Recuerdos de Hno José Montiel Vargas


La familia de Hermano Montiel tenía problemas financieras, las cuales motivó Hermano Montiel a viajar a los Estados Unidos para ganar más dinero para su familia.  Trabajaba en Santo Paula, California cuando su familia en México conoció a los misioneros y fueron bautizados.  Su familia empezó a mandarle cartas con sus testimonios exhortándole a  buscar la iglesia SUD en los Estados Unidos.  Hermano Montiel quiso aprender más de esta iglesia a la cual asistían sus parientes, pero no sabía como buscarla. Un día habló con algunos parientes allá en Santo Paula, se llamaban Néstor y Lichi.  Les preguntó a ver que iglesia asistían y le contestaron que eran miembros de la Iglesia de Jesucristo de Los Santos de Los Últimos Días.  Le prometieron a recogerle el domingo para llevarle a la iglesia, pero aunque estuvo listo ese Domingo, no llegaron a llevarle.  La próxima semana era la conferencia de la estaca y Hermano Montiel les dijo que iba a llegar a su casa para que esta semana fueran juntos a los servicios.  Cuando llegó Hermano Montiel conoció al Presidente de la estaca quien le saludó de manera muy amable y le ofreció su ayuda de cualquier manera que quisiera, dándole su número de teléfono.  Esta amistad que le dio tan libremente le impresionó mucho a Hermano Montiel.  Al fin de esta reunión dos misioneras que apenas hablaron el español recogieron su información y firmaron una charla para enseñarle más tarde de la semana.  Cuando llegaron las misioneras a su casa habían llevado otra misionera, quien se llamaba Hermana Thompson y habló muy bien el español.  Después que 15 días de enseñanza le preguntaron a Hermano Montiel a ver si quiso bautizarse.  Pocos días después se bautizó Hermano Montiel en el 15 de Noviembre, 1984.  Dice Hermano Montiel que no tardaron los miembros en ordenarle ni al sacerdocio de Aarón, ni el de Melquisedec y que no había pasado mucho tiempo cuando le llamó a ser maestro de los hombres jóvenes.  Cuando los miembros aprendieron que no tuvo familia en los Estados Unidos empezaron a invitarle a comer los domingos después de los servicios.
            Alguna vez Hermano Montiel fue a visitar algunos amigos en su barrio en California.  Esta familia tenía un niño a punto de cumplir 8 años, y el espíritu habló a Hermano Montiel que preguntara al niño si iba a bautizarse en otra iglesia.  El niño respondió que si quería bautizarse en la iglesia en que estaban sus amigos.  Además la familia apoyó la decisión del niño aunque hermano Montiel les explicó que era importante que abandonaran las tradiciones de su antigua iglesia y siguieran las nuevas tradiciones de la iglesia Mormona. Cuando hermano Montiel supo que no le iban a escuchar se sintió muy triste y preocupado para esta familia.  Esa noche hermano Montiel arrodilló y rogó que el Señor le enseñara como ayudar a la familia.  Soñó, esa noche, que él estaba preguntando al Presidente de la rama como ayudar a la familia, y cuando se despertó se acordó que habría una reunión de los líderes de la rama en la noche y planeó a asistir.  Después de la reunión pidió un poco tiempo del presidente de la rama y le contó todo acerca de este bautismo y la familia, y el presidente le dijo que se iba a encargar y que hermano Montiel podía desocuparse.  Hermano Montiel confió en el presidente y alegró de que todo saliera bien.
            Cuando volvió a México con su familia todavía no tenían mucho dinero ni transporte, entonces cada domingo caminaban para asistir a la iglesia.  Dijo Hermano Montiel que eran tiempos difíciles, pero los superaron.  También dio su testimonio de que no importa cuales son nuestros desafíos, lo importante es que nos mantenemos fieles al Señor.  Dijo que una sobra de dinero además que una falta de ello puede ser un desafío, pero de todos modos Dios va a probar nuestra fe, y nos necesitamos recordar que seguir el Señor es lo más importante.  También dijo que es de suma importancia que los miembros presten atención en las reuniones para saludar a los nuevos visitantes porque si no les saludamos no se van a quedar.
            Cuando Hermano Montiel era obispo del barrio Españita le tocó dividir el barrio, la cual, dijo, era difícil pero no tanto como ayudar a algunos miembros que peleaban entre si.  Eran vecinos y a veces llegaban a golpearse.  Pasaban esas peleas cuando el Presidente de la estaca invitó a todos los obispos a acampar en el bosque.  Hermano Montiel fue a la excursión y cuando llegaron todos los obispos les explicó el presidente que el propósito de la excursión fue para que los obispos encontraran un lugar privado y especial para orar y recibir cualquier revelación que necesitaron. Cuando Hno Montiel encontró un lugar para orar, pidió consejo para el problema de los miembros que estaban peleando.  Dijo Hermano Montiel que sintió el espíritu santo entrar su corazón y sintió paz.  Oyó una voz que le dijo que solo Hermano Montiel era capaz de ayudar a esos miembros, y que se había llamado como obispo por este propósito.  Cuando volvió a Irapuato habló con el padre de algunos de las familias que habían peleado y le explicó que necesitaba pedir disculpas de la otra familia. El hermano no le gustó la idea pero dijo que lo intentaría, y cuando regresó el próximo domingo le dijo que el otro hermano se había disculpado.  Hermano Montiel le dijo que además debía buscar otra casa para alejarse de la otra familia en caso de que regresaran los problemas.  El hombre dijo que lo intentaría y la próxima semana regresó el hermano y le dijo a Hermano Montiel que tenía buenas y malas noticias.  Las buenas eran que ya encontró otra casa, pero las malas eran que estaba la casa afuera del barrio y que le extrañaría por su ayuda.  Se movió la familia y se cesaron los problemas.
            Se acuerda también de cuando la iglesia buscó un edificio en Guanajuato porque cada casa de oración que tenía los vecinos se quejaban hasta que mudara el lugar para los servicios.  Un día vino una autoridad general y les prometió a los miembros que si mantuvieran fieles encontrarían una casa para la capilla.   Unos meses después oyeron que los dueños de baldío en que iban a construir una capilla tenían otra casa que vendían y cuando la miraron era todo lo que habían sido buscando.  Un hermano grabó un video de la casa, el cual fue mostrado al presidente del área y dijo el presidente que necesitaban la casa.  El presidente, entonces, encargó un hermano para comprar la casa para la iglesia a cualquier precio.  Cuando oyó Hermano Montiel que habían conseguido esta casa recordó lo que prometió la autoridad general y alegró porque los miembros habían sido fieles al evangelio.  Esta casa se queda algunos de los edificios más bonitos que tiene la iglesia en México.

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